El Virus Rugoso del Bronceado del Tomate (“ToBRFV” por sus siglas en inglés), fue inicialmente detectado en Israel en 2014 y posteriormente en Jordania en 2015. De cualquier modo, desde 2018, ha estado crecientemente identificado en varias regiones a nivel mundial.
Los primeros signos de propagación de ToBRFV más allá del Medio Oriente fueron observados en México durante 2018, resultando en un brote notable. Este brote generó importantes preocupaciones entre los reguladores y la industria agrícola, lo que los llevó a generar consciencia sobre la enfermedad. En colaboración con las autoridades mexicanas, la industria semillera tomó medidas proactivas para abordar la situación y abogar por acciones preventivas. Como resultado, en 2019 México no reportó casos de ToBRFV en su producción agrícola.
ToBRFV se puede transmitir fácilmente a través de varios medios, incluidos herramientas y equipos agrícolas, las manos de los trabajadores, las plantas, el agua, el suelo e incluso las personas. En consecuencia, los métodos de detección han evolucionado con el tiempo, volviéndose más precisos y sensibles para identificar con precisión el virus. Implementar estrictas medidas de higiene durante la producción e incorporar múltiples procesos de control e inspección son medidas preventivas cruciales para contener el virus. Estas medidas desempeñan un papel fundamental en la mitigación de la propagación del ToBRFV. En respuesta al virus, los programas de mejoramiento de tomates y pimientos están trabajando activamente para desarrollar resistencia al ToBRFV. Estos programas de mejoramiento de resistencia al ToBRFV tienen como objetivo mejorar la capacidad de los cultivos para resistir el virus.