¿Por qué en México algunos campos son más fértiles que otros? ¿Cuáles son los componentes de la tierra que nutren los cultivos?
Preguntas como estas pueden llegar a surgir en el trabajo de todo productor, por lo que en Seminis te compartimos información sobre el suelo agrícola, el recurso no renovable indispensable para tus hortalizas.
Hablando específicamente sobre la fertilidad de la tierra, esta depende tanto de las características físicas, que son la textura, capacidad de retención de humedad, profundidad, pendiente y estructura de las partículas que la forman, como de las características químicas, es decir la materia orgánica, el pH, salinidad, capacidad de intercambio catiónico y el porcentaje de saturación de bases.
Un suelo agrícola está compuesto hasta por un 35% de agua, 45% de minerales, de 1 a 5% materia orgánica, con el porcentaje restante siendo simplemente aire. Cuando el suelo tiene 5% de materia orgánica se considera muy fértil.
En cuanto a los elementos más abundantes en el campo, podemos encontrar el oxígeno en un 45%, silicio en 27%, el resto componiéndolo más de 90 elementos como aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio y magnesio.
También intervienen en la fertilidad del suelo pequeños seres vivos, como las lombrices, que se comen las plantas en descomposición produciendo uno de los abonos más preciados del mundo. Estos insectos también sirven como arado natural, abriendo espacios en la tierra con su contante movimiento por los que puede entrar el aire, agua y otros organismos que se unirán a este ciclo para mantener la fertilidad del suelo. Además de las lombrices, distintos tipos de hongos afectan positivamente los campos, encargándose de degradar las rocas, produciendo así gomas que le dan estructura a los materiales del suelo.

En México el tipo de suelo más fértil es el llamado Vertisol, formado normalmente a partir de la degradación, a través de miles o millones de años, de rocas volcánicas que contienen altos niveles de minerales. Conforme pasa el tiempo tanto los organismos como el ambiente fragmentan estas rocas volcánicas hasta convertirlas en partículas pequeñas del tamaño de arcillas, que se expanden con la humedad y se contraen con la sequía, lo que proporciona gran fertilidad, pero al mismo tiempo hace que el suelo sea difícil de trabajar debido a lo pegajosa o dura que resulta la tierra en cada temporada.
Estas partículas llamadas Smectitas retienen en la tierra, mediante fuerzas eléctricas, el calcio, magnesio y otros nutrientes esenciales para el desarrollo de las plantas.
En nuestro país, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) señala que el suelo tipo Vertisol se concentra sobre todo en los principales distritos de riego de Sinaloa, Sonora, Guanajuato, Jalisco, Tamaulipas y Veracruz; en el norte los Vertisoles son de una tonalidad café rojiza, mientras que en el centro del país tienen un color negro o gris oscuro.
Independientemente si son tipo Vertisol o no, la tierra de los campos puede perder su fertilidad y quedar arruinada si no se trabaja de manera correcta. México se distingue por tener una gran diversidad de suelos, pero desgraciadamente el 64% de ellos presenta diferentes grados de deterioro, mientras que sólo el 36% no presenta ninguna forma de desgaste.
La principal forma de degradación ocurre cuando se destruye la capa superior del suelo, es decir la vegetación que sirve de cobertura contra las inclemencias del clima, o se compacta la tierra por la ganadería intensiva. Si sucede esto el viento, la lluvia y el sol son capaces de endurecer la tierra, provocando que tanto las raíces de las hortalizas como los pequeños seres vivos no las puedan penetrar. Igualmente, el endurecimiento puede llegar a ser tan grave, que es muy difícil que la maquinaria pueda devolver al suelo su consistencia saludable.
Para que los productores puedan mantener el suelo de sus campos en buenas condiciones, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) tiene algunas recomendaciones prácticas:
- Realizar un análisis de suelo para saber su composición físico-química.
- Reducir el uso de maquinaria y sobrecarga animal para evitar la compactación del suelo.
- Implementar el método de rotación de cultivos, combinando gramíneas con leguminosas.
- Usar materia orgánica como abono para el suelo.
- Sembrar cultivos y árboles perennes, así como sembrar cercas vivas alrededor de las parcelas.
- Practicar la labranza de conservación y la rotación de potreros.
Con esta información práctica para mantener la fertilidad en tus campos, así como con los consejos que te hemos compartido, podrás obtener un excelente nivel de producción, pero más importante, ayudarás a proteger el medio ambiente y a asegurar el bienestar de los seres vivos que dependen de la salud de la tierra.
Ahora que tienes nuevos conocimientos sobre el suelo agrícola, ¡te invitamos a que los pongas en práctica!
Accede a este blog para que te informes sobre el tipo de tomate que mejor se adapte a tus
necesidades y así puedas incluirlo en tus campos. También, si entras a este enlace podrás revisar
el portafolio Seminis para elegir otras hortalizas que aprovecharán la fertilidad de tu tierra en tu
próxima siembra.
Las recomendaciones en este artículo están basadas en información obtenida de las fuentes citadas y deberán ser usadas como una referencia rápida para información acerca de:
http://apps1.semarnat.gob.mx/dgeia/informe_12/pdf/Cap3_suelos.pdf
http://www.biofabrica.com.mx/blog/?p=1201
http://www.cienciorama.unam.mx/a/pdf/306_cienciorama.pdf
El contenido de este artículo no debe ser sustituido por la opinión profesional de un productor, cultivador, agrónomo, especialista en fitopatología, y profesiones similares relacionadas con este cultivo específico.